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Mujeres wichís se animan a denunciar los abusos de los hombres blancos

Productos de las violaciones, muchas de ellas quedaron embarazadas. Ahora reclaman ante la ley que se haga Justicia.

29 de abril de 2022 15:26

Hay 25 mujeres aborígenes que están haciendo historia en Salta. Son integrantes de la comunidad wichí del paraje Pluma de Pato. Fueron violadas en distintos momentos. Muchísimas más también sufrieron el mismo horror pero ellas son las primeras en decir basta. Producto de esas violaciones muchas de ellas quedaron embarazadas.

Los violadores son policías, gendarmes, terratenientes, comerciantes, enfermeros, etc. Viven cerca de las comunidades aborígenes y van a "chinear", término que intenta ocultar la verdadera palabra de este horror que no es otra que violación.

La acción de estas mujeres es una de las consecuencias directas de la agitación que generó en Pluma de Pato el femicidio, a mediados de enero último, de la niña Pamela Julia Flores, que a los 12 años de edad fue acuchillada y violada.

El cuerpo de la nena fue abandonado entre unos matorrales, cerca de la misma población indígena y al costado de la ruta nacional 81.

En medio del duelo, y de la necesidad de demandar que se investigue a fondo el contexto en el que se cometió este crimen, en el que se destaca el consumo de drogas y alcohol y el aprovechamiento de hombres criollos que ofrecen dinero a cambio de sexo, la familia de Pamela pidió ayuda a Octorina Zamora, una dirigente wichí que lucha desde hace 30 años por justicia en varias causas conectadas con la realidad aborigen.

Así se gestó la Primera Asamblea General de Mujeres Indígenas de la Ruta 81.

Allí nació esta denuncia donde estas primeras 25 mujeres cuentan los horrores que han vivido y siguen viviendo. Estos son solo algunos de los testimonios que figuran en esta causa de investigación judicial que encabeza Luis Véliz, el defensor oficial multifueros con sede en la ciudad de Embarcación.

Los testimonios son elocuentes sobre la discriminación y el racismo que exhiben estas prácticas

- "El padre de mi niño era un hombre que vino a trabajar en la ruta, me embaracé con 14 años, él tenía 40. Después de un tiempo se fue, me dejó sola y se fue a otra provincia. Con el tiempo también entendí que fui abusada y no lo sabía".

- "Mi hijo es hijo de un trabajador de la salud, un enfermero. Un día le llevé a su hijo para que lo conozca y nos echó como a un perro. Mi hijo sufre por eso".

- "Trabajaba limpiando en una casa en el pueblo de Pluma de Pato. Mi patrón me embarazó y nunca se hizo cargo, nos rechaza, somos su vergüenza. Pero él continúa haciendo lo mismo a otras mujeres, a otras chicas".

- "Mi hija es hija de un carnicero reconocido en la zona. Intenté denunciarlo en Morillo (Coronel Juan Solá, a unos 25 kilómetros) para que me reconozcan a mi hija, pero la policía se burlaba de mí y nunca me tomaron la denuncia".

- "El padre de mi hijo tiene como cinco hijos con distintas mujeres de esta misión, no se ha hecho cargo de ninguno de ellos, pero sigue teniendo hijos como si fuera un juego".

- "El padre de mi niña me engañó, hoy no puedo sostener una familia, no puedo decirles a mis hijos que su padre nunca los quiso".

-"Mi niño sufre porque él sabe quién es su padre, alguien del pueblo, que ya formó otra familia, pero cuando ve a mi hijo lo rechaza, lo insulta".

- "Es difícil criar a un niño que es diferente, que es hijo no reconocido, cuesta criarlo con amor, cuesta mucho. Tengo miedo que sea una persona infeliz".

-"Nuestros niños sienten que no pertenecen a ningún lado, ya que se sienten wichí pero se ven como criollos, por eso son víctimas de burlas crueles de parte de otros niños. Mi hijo me pregunta ¿por qué somos distintos?".

Esta realidad no existe en un solo punto. Es una práctica repugnante en todo el norte argentino. Ahora en Salta un defensor oficial junto a una fiscal buscan dar los primeros pasos judiciales, pero, por ejemplo en Sauzalito, Chaco, ni siquiera atienden a las mujeres aborígenes que protestan frente al único juzgado de paz.

Esto genera bronca, rabia, indignación entre los aborígenes, y cuando protestan los califican a ellos de violentos. Pero están denunciando asesinatos de niñas, violación, abusos de todo tipo y la respuesta siempre es la misma: "no tengo competencia para tomar esa denuncia".

Ellas no bajan más los brazos, están decididas a gritar, no se callan más, van a seguir peleando. Están haciendo historia y no van a dar marcha atrás.

FUENTE: TODO NOTICIAS

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